jueves, 14 de enero de 2010

Jigging para olvidar...

En este tiempo de ausencia ha dado tiempo para casi todo: mucho Spinning, algo de Jigging y mucho pateo por la costa en búsca de la reina, la lubina. Poco a poco seguimos aprendiendo de sus hábitos, sus zonas de caza, sus días y momentos de actividad...cosa a parte son los pejerreis, que durante semanas se dejaron ver en abundancia pero que en los últimos días parecen haberse dado un descanso, como consecuencia creo de la influencia de la luna en estos días(han sido días de baja actividad).
Como anécdota, contaré que hace cuatro días, a la una de la madrugada, me equívoqué al pulsar una tecla del ordenador y borré la entrada de spinning que habia preparado(cosas del cansancio...) en esos días. Espero recuperar las fotos y poder colgarla en estós días.
Pero volvieno a la pesca: nos hemos dado el gustazo, por una parte, de voler a visitar nuestra isla vecina, la Maxorata, un lugar maravilloso al que solemos acudir de vez en cuando, y nos hemos dado, por otro, una de las mayores palizas que recuerdo pescando.

Comenzaré diciendo que los aventureros en esta ocasión fueron Josito, buena persona con una gran voluntad y amigo de los amigos, y el compañero Daniel, además del que escribe. Tres jovenes con ganas de pasar un buén día de pesca en una embarcación Lema de seis metros propulsada por un Volvo Pentax 250(gastón, ya lo vereis). Como anécdota tened en cuenta que le pusimos 100€ de gaslina(unos 120 litros) antes de salir. En total partiriamos con unos 140 litros.
Habiamos quedado a las 7 de la mañana para partir de Marina Rubicón rumbo "sur" e ir tocando zonas que ya conociamos de anteriores ocasiones. Esta era la primera vez que Jose iba a bajar tanto con su barco, por lo que la experiencia y la decisión de donde y hasta cuando pescar quedaba casi en manos de Dani y mías, y conociendonos ya, ibamos a aprovechar lo máximo posible nuestra estancia en aguas majoreras. La idea era capturar algún mero y tantear si los grandes medregales se esaban dejando ver por las caidas que ya conociamos. Tengo que decir que a mitad de camino paramos en una piedra, dejamos caer señuelos con la esperanza de encontrar por allí algún abade o sama y no tuvimos nada de suerte. Solo dos tímidas picadas hicieron que se nos sobresaltara el corazón un poco a Dani y a mí.Comenzábamos a hacernos a la idea de que no era un día  de mucha actividad y no nos ibamos a llevar muchas sorpresas, y como antecedente teniamos dos días atrás de bolos a spinning en zonas relativamente buenas de pejerrei, sierras... Total que levantamos señuelos y continuamos nuestro trayecto, quedan muchas millas por recorrer. Al poco divisamos un saco de fardo flotando, nos fijamos bién y vemos que una tortuga nada pegada a él.
Decidimos parar y acercarnos para observar mejor a la tortuga, ya que en otras ocasiones hemos tenido que liberarlas de los hilos y cabos que se enenredan en las patas y cuello del animal, llegando incluso a amputar los miembros. Pobre bicho, se trataba de una tortuga Carei, en peligro de extinción, y que estaba totalmente enredada en los hilos del saco. 
¡Malditos cochinos los que tiran esas basuras al mar.! Las tortugas se alimentan entre otras cosas de medusas, y confunden los hilos de los sacos, los plásticos y otros deshechos con ese alimento. Normalmente mueren asfixiadas al tragar los plásticos, amputadas por los nudos de los hilos o desnutridas por ser imcapaces de nadar normalmente(eso sin contar los parásitos que se aprovechan de la situación). Bueno, la subimos al barco y comenzamos con cuidado a desnredar y cortar el saco.

El cuello y una de las patas estaban enredadas a punto de ser cortadas por el hilo plástico, y creo que el animal tuvo que sentir una gran sensación de libaración cuando la desenredamos.
Unas cuantas fotos de recuerdo y fué devuelta al mar con todo el cariño del mundo. Al final del día habiamos visto cuatro tortugas, delfines y tiburones martillo. Después de navegar varias millas y haber llegado a nuestro destino comenzamos de nuevo la batalla de los hierros. Nada más llegar, en un fondo muy cómodo de 70 metros y con un marisco que marcaba carnada en el fondo, Dani toca escama, y de la buena. Lo habia visto como se preparaba y dejaba caer su jig antes que nadie, y pensé : " No pasa nada, no creo que pege nada más llegar...", y me equívoqué. A la primera vuelta de manivela, pude ver como la caña se dobló bruscamente, Dani lo aguanta con fuerza  y el bicho cabecea con fuerza pero no corre, solo saca hilo de dos en dos metros. Se me enciende la bombilla y ya sé lo que ha picado. Me vuelven recuerdos de otros meros que he sacado y se lo digo al compañero, que duda de si puede ser una buena sama. Sim embargo, continua aguantandolo en el fondo y poco a poco comienza a bombear con suavidad y a traerlo a superficie. Ahora estamos seguros de tener un pipa al otro lado de línea.

No me habia equivocado, se empieza a ver una mancha marrón y amarilla en el fondo y a los pocos segundos tenemos en el barco un merito de siete kilos y medio. No podiamos comenzar mejor nuestra estancia en esa piedra que tan buenos recuerdos y resultados nos ha dado en otras ocasiones. Sin embargo, sabiamos que esto no queria decir nada, ya que aunque el pescado no esté de comer, si a un mero le pones comida o una imitación de ésta delante, se lo traga sin contemplaciones. La verdad que no fué el único que quiso destrozar nuestros hierros; al poco tiempo Jose clava otro pez que reacciona igual que el de Dani, otro mero seguramente. La pena fué que a los pocos segundos de lucha el pez se desanzuela y nos deja con cara de tristeza. Por casualidad miramos el indicador de la gasolina y nos damos cuenta de que hamos consumido más de lo que pensabamos, y nos vemos con el combustible bastante justito para volver a Lanzarote. La aguja del marcador creo que no andaba bién, y ésto me puso de los nervios. Gracias que un charter amigo de Lanzarote también andaba por la zona y nos podia echar una mano en caso de emergencia. Una opción podia ser parar en el Cotillo, pedir un taxi y acercarnos a La Oliva a comprar gasolina, y garrafas homologadas(nos iba a salir una pasta), o jugarnósla y probar a llegar a Lanzarote o Corralejo en su defecto. Esta última opción no nos gusta. De momento, como es pronto, seguimos pescando, ya que no hay nada de garete, el barco no se mueve de la piedra y lo hacemos con el motor apagado.

Al poco rato, otro mero decide destrozar el jig de Jose, y éste si que es grande. Por la experiencia, ese mero no bajaba de los 20 kilos. Era un bicho, y Jose lo aguanto con mucha fuerza, forzando el equipo casi al máximo. Pena que tras unos minutos de lucha, justo cuando el bicho ya casi estaba rendido, el nudo cede y el serránido se marcha con el señuelo y el bajo colgando de la boca. Nunca me han gustado mucho los nudos que estrangulan el bajo con una gasa en el hilo tipo bimini-bristol o all-briht. Son muy buenos nudos, y cómodos a la hora de cambiar de bajo, pero tienen el problema de que acaban quemando/cortando el fluorocarbono o nylon que usamos. Hay que revisarlo de vez en cuando y nos despistarse, porque si ese día topas con un buén bicharraco y tienes que forzar el equipo, existen muchas probabilidades de perderlo. Prefiero, desde hace años, el Pr Knot(el de la bobinita dichosa de Shout). Casi no lleva mantenimiento y es 100% de fiar, siendo ideal tanto para spinning como para jigging. Total, peor no nos podian estar saliendo las cosas, pero poco después comenzamos con un festival de bicudas que no paraban de entrar a las muestras. Unas 15 pelágicas subieron hasta la borda del barco para volver a ser liberadas. Solo unas cuantas se quedaron con nosotros para pasar a ser parte de la cadena alimentaria.

Y esto fué la pesca del Martes, todo lo demás fué llegar al Cotillo, hablar con los amables marineros y lugareños que nos hicieron el favor de prestarnos garrafas y acercarnos a la gasolinera(¡venga, otros 60 litros!), y volver tarde y de noche a puerto en Lanzarote. Yo personalmente, me acosté a dormir placidamente y a pierna suelta en el camarote mientras Dani y Jose se contaban batallas y vivencias de pesca. LLegé a puerto destrozado por las millas recorridas y la paliza de sube y baja que nos habiamos dado con los hierros. Haciendo balance, habiamos sacado un mero y unas cuantas bicudas, perdimos dos buenos pipas y personalmente, solo toqué unas 5-6 bicudas. A mi modo de ver, no me merecio la pena ni la paliza ni la pesca que hicimos. La compañia y el día en sí fué muy divertido, pero la mísma jornada la podríamos haber desarrollado en Lanzarote, sin tener que gastar tanto dinero ni habernos destrozado fisicamente. Fué algo nuevo, para contar, recordar un tiempo y aprender de los errores. Lo dicho, un día de Jigging para olvidar...

Pd: Son casi las dos y media. Almuerzo, y en 30 minutos estoy en el agua de nuevo moviendo jigs con Dani, esta vez detrás de los medres. A ver si hay suerte y esta noche hay algo bueno que contar.
Saludos a todos.

2 comentarios:

raul lomac dijo...

Si señor!! me quito el sombrero por liberar a ese animalito.. yo tambien los e visto en el azul y la verdad es que cuando cuentas lo de las redes se le encoge el corazon a cualquiera!!.. bueno primero os felicito por ese mero!! jeje ya lo quisiera yo en mi horno!!.. compañero ya veo que no desaprovechas el tiempo y me alegro!! nosotros tambien nos hemos mojado pero a pescasub y desde tierra!! no esta la economia como para gastar gasolina.. y la verdad es que tampoco nos a ido nada mal.. chocos, pulpos gordos!!,, sargos ,salmonetes de los buenos jejeje en fin la cosa es aprovechar esta hermosa tregua que nos a dado el tiempo y que solo dios sabra asta cuando durara..bueno femes a ver si podemos salir un dia en busca de bichos peleones que les tengo unas ganitas!! xD un saludo y suerte con esos medres...
PD: la camara se seco y funciona perfectamente!! cosas de la tecnologia que no ay quien la entienda.... xD

David Martín Alcaraz dijo...

¡Qué fuerte lo de la tortuga! hay que joderse con la humanidad. Esa por lo menos tuvo suerte, pero anda que no es grande el océano y anda que no hay basura por ahí flotando. Y, si fuera sólo eso...
La verdad es que un mero, varias bicudas y un par de bichos que se fueron... y te quejas. ¡Qué mal acostumbrados estáis en esas latitudes!
Aquí seguimos en dique seco y con un frío pa morirse.
Hasta luego.