jueves, 5 de agosto de 2010

Divertido, muy divertido. 3 Días.

Seguimos en nuestro periplo anual de viento y resaca. Esto no para. Y si lo hace, es para engañarte u ofrecerte un breve espacio de tiempo que obligadamente debemos aprovechar. No todos los días uno se puede acercar al veril, y mientras esperamos tiempos más suaves y estables, seguimos aprovechando esas eventuales ventanas.

1º Día: Éxtasis.

Temprano estábamos el miércoles pasado los tres caminado por las piedras, Dani, Aarón y el que escribe, ansiosos por llegar y comenzar a lanzar en un día que como pronosticaba el Windguru, se presentaba con viento moderado N y una fuerza de mar escasa.
Nada más llegar, Aarón y servidor nos posicionamos codo con codo y a los pocos lances quedo pegado con un buen pejerrei que tan sólo se deja ver en un salto tras el que se desprende del señuelo. Mala suerte para mí, pero la cosa me anima.
Llega Dani y se sitúa en una punta cercana, y mientras continuo lanzando, al poco tiempo, veo como dobla su caña y me llama pidiendo ayuda para vararlo.
Después de cinco minutos de pelea con un pejerrei de unos 4 kl en unos riscos de espanto, el bicho se termina soltando en el último de los segundos, justo con la ola que debía haberlo puesto en seco. Lo más doloroso fue ver como se llevaba el señuelo bien clavado en la boca. Ahora decae el ánimo, pero poco dura.
Nada durante una hora, hasta que el señorito engancha otro y esta vez, sin mucha complicación, lo pone en seco con la ayuda de las olas:

Bonito pejerrei que abrió una jornada inolvidable.

Continuamos lanzando, ahora soy yo que el que se mueve y decide probar suerte en otra punta, y deja a los compañeros lanzando codo con codo. Después de unos 30 minutos trabajando un Bounder, decido pasar a un minnow, y es entonces cuando se produce uno de los ataques más emocionantes y poco previstos que he tenido:

Lanzo con fuerza el señuelo, pero este se enreda con los triples en el bajo y vuela poco, apenas 25 metros. Veo como cae y flota, y decido recogerlo "volando" para volver a lanzar, y es en el primer movimiento que hace el señuelo en superficie(no se podía hundir al estar enredado) cuando una sombra aparece detrás. Reacciono muy bien pese a exsaltarme, recojo a toda leche el señuelo, haciendo que vuele por encima del agua, y provocando una increíble persecución hasta pié del veril, hasta que toma la muestra y dobla mi caña. Alucinante, la alegría alarga mi sonrisa. Los compañeros me observan y en unos cinco minutos consigo poner en seco un deseado carángido de buen porte; algo más de 5 kl.

Llega el turno de Aarón, pero la sarna hoy también se ceba con él, y tras trabajar con otro buen pejerrei durante un rato, este termina soltándose de los triples y se marcha por dónde vino.

Tras otra hora lanzando en vano, los chicos deciden poner rumbo al coche para comer y descansar, mientras yo decido quedarme y probar suerte. Son las 2 de la tarde y el cansancio ya se deja notar. No veo futuro ya en esto, por lo que igualmente pongo rumbo al coche, pero es mientras camino en solitario, cuando paso por al lado de un veril que me llama la atención. Lo veo ideal, y pienso que puede haber una sorpresa si lanzo, pero desisto tras un minuto observando y sigo caminando. Me vuelvo a detener y vuelvo a observar el pesquero; dios mío, es que me está diciendo al oído: lanza, aquí estoy... Son tantos los remordimientos que me dan si no pruebo, que finalmente decido dejar mi pejerrey en la sombra, coloco un Max Rap a estrenar y en el primer lance, a dos vueltas de manivela, sale mi sorpresa, ese bichito que me susurraba al oído:


Una hermosa lubina, que por kilera que fuera me dejo con tan buen sabor de boca que desperdicié unos valiosos minutos sacándole la correspondiente retratera.
Vuelvo al lugar de la captura, hago un buen lance y nada frena el señuelo, pero veo como una lubina enorme persigue el señuelo sin llegar a tomarlo. Se me encoge el corazón, y en vez de hacer un lance corto, hago llegar el señuelo tras la ola que rompe y de nuevo a las pocas vueltas de carrete la caña se dobla, esta vez considerablemente. Durante la brega veo como Dani se asoma por un risco lejano, y comienzo a gritar para alertarlos de la presencia activa de los serránidos. En par de minutos y tras una preciosa pelea, logro vencer a una hermosa lubina que casi llega a los 5 kl. Jústo antes ve vararla, veo como la acompañan otros 4/5 ejemplares más, lo cuál ya me deja totalmente exaltado ante la situación.


Mientras la desanzuelo, veo como Dani corre por las piedras para llegar lo antes posible, y yo tampoco pierdo tiempo y vuelvo corriendo a la orilla. Tres lances y de nuevo me encuentro bregando otro serránido, éste más pequeño pero igualmente de buen porte. Estoy asfixiado de las carreras y la emoción, pero disfruto y le gano la pelea:

La pobre estuvo a punto de ser engullida por algún pejerrei, que le dejó la cola algo "pelada". Dani llega al lugar, y tras echar unas fotos, se sitúa y observo como al segundo lance también él queda pegado con la caña bien doblada. Increíble.
Aarón, el pobre y con la muleta a cuestas, consigue llegar también mientras Dani disfruta de lo lindo sólo a pié de veril y pone en seco otra hermosa lubina de algo más de 4,5 kl:

Preciosos bichos que no pararon de alegrarnos la tarde.


La situación era sencillamente increíble: unas condiciones inmejorables, los serránidos muy activos y buena gente alrededor. Ahora ya nos encontrábamos los tres codo con codo, moviendonos a lo largo de la zona en la que se producían los continuos ataques. Dani volvía a repetir con otra lubina peleona, luchadora...muy luchadora:


Ya sólo faltaba el compañero Aarón por enganchar una, pero comenzaron a pasar los minutos mientras nos percatábamos de que la actividad había descendido. Nos moviamos de un lado a otro ansiosos por volver a sentir esa frenada tan bruta que infringen estos serránidos. Y claro, fué Aarón el que esta vez se topó con el ogro. Algo a atacado al "irlandes", como apodamos cariñosamente a un yerk-bait que su novia le trajo de Irlanda. La caña se doble terrorificamente, y sále hilo sin cesar. Nos quedamos perplejos y especulamos con un pejerrei o palometón de muy buen porte. Sinceramente, núnca había vísto una caña de spinning tan doblada, pese a haber sacado yo mísmo animales de más de 12kl y presenciado buenas batallas. Unos 15-20 minutos duró la lucha, lo jústo para que el animal cortase con los dientes el bajo de 40 lb. Una muy buena pelea que terminó ganando el escamudo para su desgracia...
La cuestión es que esta perdida nos dejó muy deprimidos, sobre todo a Aarón.
Pero la mar y la suerte a veces también son algo jústas, y aún hubo tiempo para que el chico se sacase la espinita con una buena lubina. Todos acabamos tocando escama.
Para cerrar esa tarde mágica, a última hora y cuando el pesquero ya parecia que no daria nada más, otra lubina decidió volver a ensañarse con uno de mis señuelos.


Vaya tarde. Jústo en el momento en que pensabamos tomar la retirada como la mejor opción, la simple casualidad de echar un lance hizo que gozaramos de una gran jornada.
7 lubinas (2 para Dani, 1 para Aarón y 4 para mí) y dos pejerreis fué lo que dió de sí un día del que aún seguimos hablando. Una tarde que sirvió para planificar nuestro segundo día de pesca a conciencia...


2º Día: De recuerdo.

Al día siguiente, con algo más de viento y fuerza de olas, decidimos probar de nuevo repitiendo el plan del día anterior, en aquella zona que tan bien habia estado horas atrás. Como el viento venia en aumento, y tan sólo habíamos tenido un ataque de pejerrei a un señuelo de Dani, decidimos abandonar el lanza y recoge para probar con las viejas mientras la marea cojia ese punto ideal que observe el día anterior.
La verdad es que no se dió mal, pues cada uno lograriamos capturar unas 10-13 viejas, algunas pasando sobradamente el kl de peso. Para los que aún no las han pescado con cañas de spinning, sólo les puedo decir una cosa: si el fóndo lo permite, animense, las sensaciones son increibles.

Pues bien, habiendo terminado de pescar viejas, de nuevo me quedo sólo en los riscos dándo unos lances tras los carángidos, mientras los compañeros parten a tentar las lubis. Me quedo un ráto, pero en unos 30 minutos no veo vida en el mar, por lo que igualmente pongo rúmbo mientras repongo fuerzas con alimento.

Al llegar con los amigos y comenzar a lanzar señuelos ligeros, compruebo que el viento no acompaña, y es en ese momento en que decido cambiarlo por otro de mayor peso cuando la caña de Dani se dobla...múcho. Tanto que tras unos minutos de brega, le comento al compañero que tenemos un buen "arretranco" enganchado. Tras unos minutos y no sin apuros, Dani pone en seco la lubina más gorda que mis ojos han presenciado en directo.
Es muy dificil ver un bícho de estos y con este porte por estos lares, por lo que ralmente he de decir que la sorpresa y la alegria fuá mayúscula:

Buén peje el del compañero. No se pudo pesar ya que esa mísma noche cayo en un caldo de pescado con gófio y mojo, pero la opinión general de algunos pescadores sobre su peso al cogerla era de 8/9 kl. Quizás más , quizás ménos. Da igual, es un "trofeo" que ni se imaginan lo que nos hizo disfrutar.

Sesión de retrateras (hay otras mejores, pero cantan múcho), palabras de enhorabuena y de nuevo los tres a pié del veril. Ya se nota que la actividad no es la de ayer, las condiones han empeorado y el frío hace mella en nuestros huesos.
Pasamos otra hora y media lanzando, hasta que tengo la suerte de que otro serránido habitual de la espuma se apodere de mi señuelo:


Me siento reventado, cansado...pero muy satisfecho. Continuamos lanzando otra hora, hasta que vemos que ya la cosa no pínta bien y es mejor opción volver a casa para descansar y darse una ducha reponedora que quíte el salitre que tenemos pegado en la cara. Mañana será otro día.


3º Día: en declibe.

Este último día nos acercamos de nuevo al lugar más por aburrimiento que por convicción. El viento ese día soplaba bastante, era molesto para lanzar señuelos y pescar la vieja, y por si fuese póco, la marea no cuadraba bién como para poder atacar correctamente a las lubis.
Se hizo lo que se pudo por mi parte: lo intenté durante buen rato y a primera hora de la mañana tras los pejerreis, con un viento de lado tan incomodo que hacer trabajar el minnow más sencillo era cosa dificil. Nada. Cero.
Puedo decir que mientras los chicos pescaban la vieja (trataban), yo me dediqué unas cuantas horas a sacar fotos por el lugar, probando las funciones de la Nikon que aún me son desconocidas.

Hubo tiempo para las lubis, para que los compañeros tentaran a la suerte durante un ráto. Yo veia como se estaba poniendo la cosa désde un zóco y pensaba que finalmente ese seria un día de bolo, y no se iba a tocar escama.
Y como siempre, antes de irnos, dos pejes decidieron atacar los señuelos del amigo Daniel. Primero una lubina, la decima que capturábamos en esos días, y luego un pejerrei de esos que se dedicaba a atemorizar en las espumas al personal.


Un día flojo de acción, muy condicionado por la meteorología, pero que finalmente pasó a formar parte de un trío de días tremendamente entretenidos.
En fín, que ahora volvemos a guardar reposo mientras esperamos que de nuevo el viento de trégua y nos permita, sobre todo, volver a explorar piedras profundas con esos hierros que suben y bajan y tánto nos gustan. Estamos a la espera.