Subimos por la tarde, sobre las 17:00 más o menos. No queríamos perder mucho tiempo, ya que ayer comenzaba a subir la fuerza del mar y, en este norte en el que nos encontramos, tampoco te puedes confiar. Aún así, con el viento en popa la travesía se hizo placentera, tocando tan sólo dos marcas por al camino.
"Entrenando".
Comenzamos el sube y baja, dando la primera pasada y sintiendo alguna chupadita en ambas cañas, lo que nos hizo pensar en posibles loquillos.
En la segunda pasada vemos pequeños dorados saltando, por lo que decido coger la caña de spinning y no pierdo tiempo en lanzar, pero en varios lances, nada de nada, hasta que oigo como la chicharra del Saltiga Expedition de Dani suena a trancón. Ya conozco ese sonido, sé lo que significa, y en la primera carrera se delata el animal que ha mordido el hierro. Los dumes vuelven a dar la tabarra, y la veterana Lamiglass se apunta otra muesca en su culata.
Unos 10 minutos de trabajo con el animalito, y al barco a sacarse su retratera.
Enhorabuena Daniel !!!Me encanta esta imagen: el color, el pescador, el enfoque del animal, su morfología...
Dani me está ganando la partida con los Dumes. Lleva dos años en los que varios han sido los que han doblado su Lami; dos años en los que los he sentido, pero no han terminado de hacerme sufrir (sarna con gusto no pica). Aún así, nos hemos jurado y prometido que los próximos dumes irán al agua.
Realmente es muy muy difícil primero localizarlos, luego engañarlos y finalmente ganarles la partida, pero sinceramente, es muy triste no darle una segunda oportunidad a uno de estos verdaderos animales del mar. Y es precisamente esa dificultad, la devoción y lo valorado que lo tenemos deportivamente, lo que nos hace reflexionar desde hace tiempo y pensar en esto. Observar como un rey del jigging canario te mira con esos enormes ojos, y como se apaga su vida, te hace reflexionar con los años.
Además, personalmente los dos pensamos que una imagen soltando uno de estos titanes es un trofeo aún superior que la clásica imagen del pez sobre nuestros brazos. Dicho queda.
Después de las fotos, los vídeos y recolocar el barullo montado en el barco, damos la tercera pasada, y ahora soy yo el que tiene trancón pero maldita sea!!!!, una vez más no clava... rechino, maldigo y me retuerzo por dentro, pero sigo dándole por si acaso.
Pasamos la zona caliente, pero la sonda continúa marcando y ahora son las sierras las que se dejan ver a pocos metros del fondo y, uno agradece la captura, pero es que levantar una sierra desde casi 130 metros, no sabe igual que una serviola dumerilli.
Los medregales ya no se dejaban ver, pero en cada bajada se notaba la actividad que había debajo. Sierras de buen tamaño y alguna bicuda que volvió al agua nos hacían pensar que seguramente algún que otro dumerilli podía andar aún tras ellos, por lo que lo continuamos tratando hasta última hora de la tarde.
Por desgracia, parecía que ya todos los cartuchos se habían gastado, hasta que en una de las últimas bajadas, siento como se frena la trenza, y acto seguido vuelve a salir a mayor velocidad. Tranco freno, doy varios cachetes y clavo al fin con fuerza. Una primera carrera contundente me hace sonreír pensando en que al fin tengo el animal pegado, pero tristemente la cosa cambiaría en cuestión de minutos.
Tras unos minutos y aquella primera carrera, el bicho se estabiliza y comienza a navegar sin prisas, pero sin pausas... asunto malo, ya que siento como se roza con el bajo mientras se retuerze y nos hace pensar en algún tipo de tiburón. Después de un buen rato tratando de levantarlo unos metros sin éxito, aprieto freno para forzar un póco, y termina cortando el bajo de 100lb. Se ha llevado mi penúltimo Deepdog, por lo que el último ya lo guardo como oro en paño.
Después de aquel bicho malo, y con la tarde ya muy avanzada sobre nosotros pusimos rumbo a puerto comentando como son las cosas, y como de caprichosa es la pesca. Puedes pegarte días, semanas "arrastrándote" por pesqueros, mendigando a loquillos, sierras y bicudas caprichosas, y otros días en apenas 2 horas puedes tener más diversión, dolor de brazos y satisfacción que en todo un mes. Así es esto, y realmente es una razón que incide en la pasión que sentimos por esta modalidad. Vamos, que lo pasamos bien.
Llegan al fin las bonanzas, y con ellas muchas horas seguramente cerca del mar...