lunes, 18 de abril de 2011

La Octava.

Mientras le vamos dando algún retoque a la Dipol Fragata de Dani con la intención de dejarla a punto para verano, nos acercamos a ratos y días sueltos al veril. Están siendo semanas estas en las que las bonanzas y los temporales se alternan, y mientras esperamos con ganas una salida de jigging, vamos haciendo algo con el lanza y recoge.

La verdad es que casi no se por dónde empezar, ya que han sido solamente dos días los que hemos pasado cerquita del mar, pero dos días en los que la variedad, cantidad y calidad de las piezas han sido de nuevo notablemente satisfactorias. Tanto Dani como el que escribe lo hemos pasado de espanto. Me dejo de historias, y mejor lo cuento rapidito que ando espeso.

1º Día.

Por la mañana.

Este pasado Viernes por la mañana, Dani ya estaba en esa pequeña isla que acompaña nuestra vista por el norte, esa pequeña que tanto nos gusta visitar. La idea: pasar dos días disfrutando antes de que llegara la marabunta de campistas y fiesteros de Semana Santa. Yo llegaría por la tarde, mientras Dani ya por la mañana andaría corriendo por los veriles acompañado de su novia. No les fue nada mal.

Al pisar el muelle, ya me estaba contando las batallas y capturas producidas, y con alegría me hizo llegar estas imágenes de una pesca que no había durado ni 3 horas:


Este pejerrei abrió el marcador de capturas. Animalito entorno a los 4 kl que ya le anticipó lo que le ocurriría: debido a la muerte súbita de su carrete, se vio obligado a tirar de uno tan malo que no tenia ni marca, hasta que yo llegase por la tarde con otro de repuesto. El freno no existía en aquel carrete, provocando salidas de hilo bruscas y a golpes, que en alguna ocasión le costó al amigo perder la pieza. Un buen pejerrei ya entradito en carnes ganó la partida por esta causa, cosa que no ocurrió con las dos bicudas y el posterior carángido que sacó el amigo. El trabajo con aquél freno era imposible.


Por lo que me contó, algún bando de estos bichos andaban rondando la piedra en la que se encontraba, siendo numerosas las ocasiones en las que se producían falsas clavadas, tanto de bicudas como de pejerreis, siendo estos últimos los más abundantes y activos. Este ejemplar, junto con otro chiquitín más fueron liberados como señal de buena fe, pero las fotos en movimiento que se sacaron con el Iphone no salieron correctamente.


Tal y como le había ido la mañana a Dani, no cabía perder mucho tiempo durante la tarde. El viento había aflojado, pero los golpes de mar eran considerables en ocasiones, haciendo tremendamente difícil el mantenerse en el puesto sin tener que correr en alguna ocasión y más aún, el tratar de varar las piezas para no hacer uso del bichero con cada captura. Lo pasamos mal en muchas ocasiones.

Por la tarde.

Acompañados por unos amigos, pasamos la tarde entre asadero y pesca. Ellos de día de playa, y nosotros con las cañas.
Nada más llegar, y creo que en no más de 10 lances con un Salt Pro (recuerdo y regalo del amigo David), este precioso, esporádico y peleón jurel salió para sorprendernos por completo. Le hacíamos carángido, pero con antifaz en la cara.

Jurel de 3 kl, un animalito que hacía mucho se me resistía de orilla.

Como son las cosas, que mientras yo ponía mi captura en seco oigo como Dani me grita, me vuelvo y veo su caña doblada. Pensaba en otro jurel algo más grande, pero fue este buen pejerrei el culpable de que Dani se tuviese que jugar el pellejo en varias ocasiones para no partir la línea en un escenario muy complicado, a merced de olas que me ponían los pelos de punta. Anjova de 6 kl.


Hay varios vídeos de las capturas de estos días, pero el de esta captura es impresionante: lo que corrió Dani, las piedras que sorteó, las olas que aguantó por la cintura... y como tuvo que sacarlo, no tienen desperdicio. La pena es que por un lado en muchos se reconoce el lugar, por lo que es inviable poder compartirlo. Por otro lado aquí seguimos sin Adsl ( fue una promesa electoral de hace 4 años, y curiosamente este año vuelve a serlo), siendo imposible la carga de vídeos pesados.


La actividad era buena, ya que apenas al llegar de nuevo a la piedra y al segundo lance que hago, de nuevo otro animalito se echa sus carreras al borde del risco (maldita manía esa). Esta vez una sierra, mal enganchada por la barriga lo da todo antes de subir al seco y dejarse fotografiar con el hijo de un muy buen amigo al que ya le hemos puesto una caña de spinning en las manos para que vaya practicando.



2º Día.

Se suponía que al día siguiente el viento sería inexistente, con olas que apenas se debian de apreciar... pero como ultimamente los servicios meteorológicos fallan más que las escopetas de feria, decidimos no confiarnos y esperar a ver como amanecía el día para decidir hacia que zona marchar. Y efectivamente la predicción falló.
Hasta mitad de mañana no llegamos a una zona que se resguardaba del viento o ofrecía posibilidades con las lubinas y pejerreis. Tras media hora de lanza y recoge, algo frena un Mommotti 180. El ataque, y la fuga que realiza me suena y apuesto por lubi medianita. Acerté con la folclórica, pero no con el traje que portaba.
Hermosa Baila cercana a los 3 kl, otra sorpresa más que para nada esperaba.


Mommotti con la que prendiera la captura, portando anzuelos sencillos, y clavando a la perfección.


Alguna lubina vimos detrás de los señuelos, pero ninguna terminó por decidirse a atacar. Después de casi tres horas lanzando y mojandonos en la espuma, pusimos fin a ese tipo de pesca para descansar y volver a terreno de carángidos.

Algo que decidió la forma de atacar el pesquero fue el bajón de viento que hubo al mediodía, dejando al mar perfecto para desarrollar en superficie.
Una hora después y tras haber comido, sobre las tres de la tarde, ya estábamos el amigo y yo lanzando, Dani con minnow y servidor con paseante, el Pro Q de Seaspin. Antes de nada, debo de nuevo darle las gracias a Estefano y Paolo, que me han hecho llegar otro buen surtido de señuelos. Mil gracias.

Fiesta en superficie.

Codo con codo, muy cerquita el uno del otro, lanzamos durante varios minutos sin ver nada en un agua excesivamente clara, hasta que un buen pejerrei se abalanza sobre el Pro Q y vuela por los aires para soltarse del señuelo. Primer aviso mientras bromeábamos con que la cosa andaba por la superficie...
Al par de minutos, de nuevo otro pejerrei más pequeño persigue y ataca varias veces sin llegar a clavar. Esto me endemonia por dentro, pero también alegra. Es una sensación de frustración, pero a la vez de alegría por vivir esos momentos e imagenes.
Media hora más lanzando, y por fin otro pejerrei clava correctamente el paseante, y sube al seco de las piedras después de algo de trabajo para vararlo. La marea ya se notaba vacía, y las olas rompían con peligro. Unas fotos y al agua de vuelta.


La superficie es complicada, bien por a veces monotonía, aburrimiento, complicación, inactividad... pero merece la pena. En parte y como dice Dani, tiene mucho en común con el meneo de un jig específico, al que no le vale cualquier movimiento para ser eficaz. Me tiene enganchado el zig-zag...

Viendo que la cosa estaba y como ya suponíamos caliente en superficie, Dani también decidió armarse con otro Pro Q, y en ese instante de soledad en el veril, pasó lo que uno espera todos los días: a 4 metros de mí, durante una recogida perfecta que se prolongó hasta el pié del risco, se abrió el agua para asomar una gran cabeza y llevarse el señuelo hacía el fondo. Después de unos minutos interminables, entre olas y carreras para no arriesgar mi vida y el pescado con el señuelo en la boca, tuvimos que hacer uso del bichero para poder sacar este hermoso ejemplar de algo más de 9 kl.


Es todo un dilema el uso del bichero por nuestra parte, ya que siempre tratamos de varar el pescado para liberarlo, pero teniendo en cuenta lo complicado a veces de los puestos, el peso de las presas y lo sensible que son los equipos, cuesta decidirse entre poder perder el pescado y jugarte la vida por él, condenándolo a una muerte casi segura si se lleva el señuelo clavado, o asegurar la presa y tu integridad con el bichero. Aparte está la incomodidad de cargar con el eventual jamo ( sacadera). Lo dicho, un dilema al que no le veo mucha solución cuando pienso en lo que te puede ocurrir si no apuras en algunos momentos.


Como la pelea merecía un descanso y regocijo, me quedé junto a Dani observando como manejaba por primera vez el Pro Q. En par de lances ya le había cogido el truco y en menos de cinco minutos sufrió el primer ataque de otro pejerrei que voló por los aires sin llegar a clavar, para posteriormente tener otra persecución de otro ejemplar que tras dos intentos falló el ataque. A todos se nos queda la misma cara de alegría, nervios y frustración. Sensación rara...
Y a la tercera fue la vencida: mientras los dos veíamos como se contorneaba el magnífico paseante de Seaspin, por fin un animalito atrapa correctamente el señuelo y se lo lleva consigo. Unos minutos y la captura del compañero ya estaba en sus manos: otro pejerrei que rondaría los 4-5 kl.


Para terminar la tarde, y ya después del lógico bajón de actividad que duró más de una hora, Dani se marcó la última captura con un Bujinu, otro señuelo de Seaspin al que le estamos dando bastante juego. Otro pejerrei más, como no podía ser, salió para sumarle otro punto al compañero, y volver al agua.


Un ejemplar que pudimos retratar con tranquilidad durante la suelta. Aquí la secuencia.

Imposible a veces acercarse al agua para soltar una presa con calma: las olas, la altura, el marisco... hacen que sea muy peligroso poder soltarlo como quisieramos, y retratarlo en condiciones.  El consuelo es saber que muchos de estos ejemplares seguirán su ciclo habitual.



Como siempre, cansados, molidos y requemados, pusimos rumbo a última hora con la puesta de sol, disfrutando del paisaje y el fresco del alisio que ya se empezaba a dejar sentir. Habíamos pasado horas le locura, de nervios y de mucha, mucha diversión. Comentábamos sonrientes la cantidad, calidad y variedad de capturas de las que hemos disfrutado en estos últimos fines de semana.

Ahora ya lo dejo, cierro los ojos e imagino que aún estoy allí, a pié del veril un sábado cualquiera con el amigo Daniel... La pena es que cuando los abra, sabré que es Lunes y aun queda para volver.
Saludos y disfruten de la Semana Santa.

lunes, 4 de abril de 2011

5 amigos del veril.

Ha sido un fin de semana de locura.
Dani y este que escribe. Los dos tratando de pasar buenos ratos. Y los buenos ratos se pasan de muchas formas. Pasamos esos momentos bromeando, investigando, tratando temas relacionados con el medioambiente, biología marina... No hay tiempo para problemas, o malas energías.
Adoramos las acampadas, el estar "rengados" únicamente con bermudas y botas mientras caminas y pescas. Vivimos con gusto las peleas complicadas en el veril, lo difícil que se presentan a veces las situaciones a pié de mar, las descargas de adrenalina que sufrimos en ocasiones... Además, tenemos mucho en común en lo personal, y todo esto hace que pasar horas y horas desde hace años con Dani sea todo un placer, y como solemos decir, unas risas...

El jueves quedamos el bueno de Daniel y yo para al día siguiente, aprovechar el bajón de viento y mar que se esperaba (pasajero), que de hecho ya ese día daba síntomas de ello.
Tras salir del trabajo los dos como aviones, preparar rápidamente las cañas, bolsos, comida, ropa...salimos directos a una zona que hacía tiempo no visitábamos. Dani la conoce bien, pero yo jamás la he pisado.


Codo con codo.

Sobre las 6 de la tarde estábamos ya caminado por las piedras, observando como el agua amenazaba algunas puntas, obligándonos de nuevo, por espacio y seguridad, a pescar muy cerca el uno del otro. Ésta es una buena forma de no sólo gozar de tus capturas, sino también de las del compañero, viviendo en muchos momentos pegadas y peleas muy buenas, con momentos a veces de muchas tensión. Algo así ocurrió, y suele sucedernos.
La tarde estaba muy oscura, por lo que mi elección fue la del amarillo/plata, mientras Dani optaba por naturales y oscuros para atraer algún animalito.
A los 5 minutos, estando a dos metros de distancia el uno del otro, veo como la vara del amigo se dobla, comenzando una buena pelea. La mala mar ayudaba a poner las cosas difíciles, teniendo que retroceder en ocasiones y poniendo en peligro la trenza. En unos minutos ya estaba sobre las piedras la pieza.


Bonito pejerrei de unos 5 kl, que no dudó en saltar y correr por la pared del veril para zafarse del señuelo.
Después de esta captura, tuvimos unos minutos de parón, pero creo que no tardaría más de 20 minutos en sentir frenada en mi señuelo, sin llegar a clavar en los anzuelos sencillos del señuelo. Miro para Dani, esperando que el también sufra ataque y en segundos tiene la caña doblada. Un bando de bicudas pasó por allí, y nos dejaron esta imagen que empezaba a hacer variada la jornada...


De nuevo se nos volvía a presentar un momento de parón, media hora que nos hizo plantearnos el movernos hacia una ensenada que parecía abrigarse de las olas y el viento que comenzaba a soplar de cara.
Cambio de señuelo, echando mucho de menos un Bujinu, señuelo que urgentemente necesito. Se echaba en falta algo que bajara, y aguantara corriente.
Si mal no recuerdo y al poco de lanzar ambos en aquella punta, primero tuve un ataque que provocó bastante chapoteo en superficie, soltándose en el primer segundo de la arrancada, para acto seguido pasarle pelota al compañero.
Me maldigo compartiendo mis penurias con él, cuando clava en seco y de nuevo comienzan las carreras. Esta si fue una pelea de las que todos deseamos por estas islas.
La primera arrancada fue brutal, buscando fondo y sacando metros sin titubeos, para posteriormente dejarse venir hasta el veril dando cabezazos y haciendo bajar la caña en ocasiones. Aquí llegó el momento crítico: a nuestra izquierda había una baja que aflora cada vez que llegaban las, y hacia allí se empeñó en querer ir el animalito que intuimos, podía ser un medregal; un loquillo peleón.
En una carrera el bicho consigue enverilarse, y enredar la trenza en las piedras, dejando por momentos como inútiles los intentos del compañero por recuperar la pieza. La diosa fortuna se alía con nosotros, y de pronto tras varios segundos vemos como sale el Power Pro de las piedras, se tensa y vuelven los cabezazos a la puntera de la Catana 3.00. Una hermosa sama sale entre la espuma dando coletazos y queriendo volver a buscar fondo, para en el momento de la varada ponerlo muy complicado, con sustos y olas por medio. Merecido trofeo para Daniel tras una pelea de más de 5 minutos:


Hermosa sama de 7 kl.
Aquel momento fue de total alegría y sorpresa: por un lado era la primera sama de Dani a spinning, todo un bicho sacado desde tierra en unas condiciones muy complicadas, y por el otro nos sorprendía como habían atacado (suponiendo que mi ataque fuese probablemente de otro dentex) a señuelos que nadan a menos de un metro de superficie... Experiencias para sacar conclusiones.


No podía ser mejor aquella visita a ese veril que aún no había pescado, una zona que estaba demostrando su potencial con unas capturas variadas y de bastante calidad. La pena era el haber fallado yo algunas pegadas que ya hubiesen redondeado la tarde.

Mientras Dani gozada con la última captura, yo no paraba de machacarme lanzando, buscando el bichito que me diese una alegría y no me dejara con el marcador a cero, pese a que había disfrutado enormemente de las capturas del amigo. En una de éstas llegó el premio en forma de batalla, que no de animal.
La cosa se basa en la forma en la que una captura toma el señuelo, y se clava los triples. Dónde se los clava más bien.
Las carreras fueron de infarto, dirigiéndose en varias ocasiones hacia la temida baja de nuestro lado, obligándome al igual que Dani a acercarme demasiado al peligro de las olas, a revirarle la cabeza para sacarlo de allí... La línea la dimos por momentos por pérdida, y apostábamos por medregal o pejerrei ya entrados en carnes. Después de una pelea (increíble) de más de cinco minutos, una sierra de algo más de 4 kl. Salió a flote con el señuelo clavado por debajo, entre la agalla y la barriga., decepcionándome por quién era, pero habiéndome alegrado la tarde por la pelea que desempeño.


Increíble la batalla y los momentos que nos dieron aquella sama, y esa sierra endemoniada que venía robada (no por el bicho, si no por las circunstancias), e increíble era el hecho de que en menos de dos horas y media, habíamos conseguido 4 capturas muy buenas, con momentos repito inolvidables.

Ayer Sábado sobre las 8 ya estábamos lanzando en el mismo veril, esta vez con algo menos de viento, pero con unas olas que al igual que el día anterior amenazaban y ponían en peligro nuestro físico.
Para resumir, diré que nada se dignó a atacar un señuelo correctamente. Sólo hubo algún roce de algo que jamás se supo.
Decidimos caminar y optar por buscar otro veril por la zona (nos estamos aficionando a descubrir nuevos veriles, y probar cosas nuevas), y llegamos a una ensenada que nos protege de las amenazantes olas, que con la marea llenante empiezan a dejar entrever que la bonanza va tocando a su fin. Nada; parece que hoy reina la inactividad. Dani se mueve a la punta de enfrente, acertando en la elección. Hemos dado con lubinas kileras, y por momentos aquello fue lanzar, trabajar, soltarlas...y vuelta a lanzar.


Una pena que no entrara o no hubiese en el lugar ejemplar más grandes. Estaban comiendo, atacando seguramente a un bando de carnada que se dejaba ver cerca de dónde se encontraban las labrax. Fueron unos 5 minutos de carreras y risas.


Después de esta tercera lubina de Dani, tuve una segunda pegada que terminó soltándose, y probablemente le chivó al resto que aquello picaba, ya que no se vieron más señales de su presencia.


Todas lubinas de no más de kilo y medio, pequeñas que seguramente están en época de fresa y que fueron devueltas al agua. Entre carreras, fotos y lances entre las olas, pude sacarle al compañero esta secuencia durante una de las sueltas.






Ya al mediodía y con el sol en lo alto, cansados de caminar y pasar horas lanzando, pusimos fin a nuestras jornadas de fin de semana. Dos días estupendos en los que nos divertimos y gozamos de una variedad de presas a spinning de costa que nos dejó francamente contentos: Sama, bicuda, pejerrey, sierra y tres róbalos.

Ahora y como ocurre en otros lugares, ha llegado el alisio de cada día, dejando frío y pocas ganas salir a pescar. Los pocos ratos en estos días se dedicaran a dejar a punto carretes, cañas, señuelos... y cumplir con las obligaciones pertinentes, mientras esperamos que esto pare de nuevo. Dicen que en par de días afloja. A ver qué ocurre.