miércoles, 31 de marzo de 2010

A cinco minutos...

Después de una breve escapada por tierras chicharreras con motivos lúdico-musicales durante unos días, volvemos al tajo justo en unas fechas que por estas latitudes son significado de viento. Sinceramente, no recuerdo cuando fue la última Semana Santa en la que disfrutamos de una bonanza climatológica, que haberlas las han habido, sólo que yo ya ni las recuerdo.

¿Serán ellos, o seré yo?

Desde tierra, y en soledad, hemos caminado en busca de puntos calientes ante la ausencia de actividad en los lugares más habituales en los que se encuentran sierras, pejerreys y bicudas, pero algo pasa este año que cuesta más de lo habitual dar con ellos.
Odio las concentraciones de pescadores, el ruido, las molestias que causa tener a un pescador a cada lado a cinco metros de ti... y por esa razón normalmente el 95% de mi pesca la realizo en lugares apartados y que hay que conocer para sacarles partido o no acabar con un susto en el cuerpo. Y normalmente, estos lugares no fallan.
Pero este año, o se han aprendido mejor la lección, o aún no han entrado en estado de actividad (en el caso de los pejerreys). De momento apuesto por lo segundo.
Dos pejerreys, una sierra y una inhabitual serviola ( negrita) han sido todo lo que he visto desde tierra en varios días de pesca, en los que hemos aprovechado los intervalos de escaso viento que el temporal nos ofrece. De los pejerreys sólo tengo el recuerdo, puesto que uno se desenganchó en los primeros segundos de la pelea y el otro salió volando por encima de un paseante sin llegar a prender el señuelo. Tristemente, o no le interesó más o yo no supe hacer que le siguiese pareciendo interesante.
En cuanto a la sierra, como siempre, vendió cara su vida, que acabó en la cocina para convertirse en un delicioso adobo rico en Omega3.

Y la negrita... qué alegría cuando entra un bicho de éstos. No sólo por lo combativas que son, por sus cabezazos, carreras a pié del veril y demás diabluras, si no más bien por la belleza que poseen y el sentimiento que me crean.
Entró a una "Segunda", en la espuma y con movimientos muy lentos, como quién no quiere la cosa... Toda una sorpresa.
Ésta posiblemente no tendría más de dos kilos, estaba en el punto que muchos considerarían ideal para abrirla en dos tapas como un pan y meterla en el horno.
A mí ésta, por la pelea limpia que desarrolló y lo quemadas que ya están, me recordó la posibilidad de pillarlas aún más grandes a jigging. Por lo tanto, foto y al agua.


¿Para que moverse más?

El día antes de mi viaje a Tenerife, el pasado viernes, se abrió mi última ventana para practicar jigging. En compañía del inseparable Daniel y de Aarón, decidimos sacar la semirrígida del chico de La Asomada a las 4 de la tarde para aprovechar las dos horas de luz que tendríamos de pesca. De nuevo, como suele ser habitual ultimamente cuando salimos por nuestro pueblo, pensábamos tocar piedras cercanas que suelen deparar agradables sorpresas.
Los primeros minutos pasan sin novedades, el escaso viento nos hace garetear por la zona de forma ideal, pero parece que aún no es el momento. La hora del reviro se acerca.

Pasados unos minutos, veo como Dani, tras unas vueltas de manivela, y ya en unos 60-70 metros de fondo, clava con fuerza lo que en principio sospechamos es un buen peje.
Después de algo de bombeo y unas carreras al fondo, el bicho se estabiliza, hace peso y se queda clavado. Ni para uno ni para el otro.
Bicho malo, llámese ralla, manta, chucho, cuernuda...
Lo podemos ver en la sonda, y nos hace navegar un poco detrás de él. Después de varios minutos en los que nos damos cuenta de que esta va a ser una lucha casi imposible, optamos por lo radical: forzar hasta partir amarrando la trenza a la cornamusa de la embarcación.
Como apunte, el trenzado de YUKY es de lo mejor: multicolor, asombrosa resistencia a la abrasión en un diámetro inferior a la mayoría de sus competidores...pero tiene algo que no me gusta, y es que cuando queremos reventar por cúupa de un enganche con el fondo o una lucha "imposible", suele reventar en la parte superior.
Total, que 60 metros de hilo al carajo.
En lo que el compañero monta de nuevo el equipo, decidimos movernos por la zona en busca de la actividad que la luna y la marea anticipan.

Ahora soy yo el que pega y ve como la Squadra 50 lb se dobla en exceso, hasta el punto de tener que bajarla para evitar la rotura que ya sufrí con anterioridad con otra caña idéntica. El Accu870 por su parte, cumple su trabajo sin esfuerzos. Es un gustazo trabajar un pez con él...
En medio de la brega, los compañeros también clavan y por momentos nos vemos todos con las cañas dobladas. Vaya lío.
Dani pone en seco una pequeña serviola, Aarón una bicuda y servidor tiene la mala suerte de que el mayor peje se termine soltando.
Mientras blasfemo y me retuerzo en mis interiores, dejo caer de nuevo el jig y en tres o cuatro recogidas vuelvo a clavar con firmeza.

Entre risas y alguna carrera al fondo del  que intuimos es otro medregal, subo con cuidado este precioso loquillo que por la guerra que ha dado, me parece pequeño en comparación con la lucha que desarrolló su predecesor.
En la sonda se nos marca una pelota impresionante de carnada con puntos verdes y rojos a  su alrededor, y en cuestión de unos 20 minutos embarcamos 6 bicudas y dos medregales, sin contar las decenas de picadas en falso, peces perdidos y un extraño invitado que decidió engullir entero mi jig y cortar el bajo de 100lb, para dejarme cara de tonto mientras recogía lo que me había dejado de trenza.



Aún tuve tiempo de volver a montar el equipo (cuando llevas uno, siempre hay imprevistos, nueva Ley de Murphy) y probar a la suerte, pero ya la actividad había pasado y sólo las bicudas se dignaban a continuar destrozando los assist, hasta el punto de verme mendigando para que me prestaran algún anzuelo por miedo a pegar un bicho con mis assist ya resentidos.
La pesca estaba hecha: siete bicudas y dos medregales fueron finalmente embarcados, de los cuales tres larguiruchas y un carángido fueron devueltos al mar.
Disfrutamos de una buena tarde, de sensaciones como siempre impredecibles y para colmo esa noche toco partida de póker acompañada de unas rodajas de bicuda a la plancha con mojo, papas arrugadas y unas cervezas. ¿No todo va a ser péscar y trabajar, verdad?

domingo, 21 de marzo de 2010

La Primavera, la sangre altera.

De nuevo el "Greca" vuelve a poner rumbo al más allá.
Pensamos navegar mar adentro para volver a tentar la misma zona en la que con anterioridad logramos tocar variedad de capturas y por desgracia perder los bichos más imponentes.
De nuevo nos esperan múchas millas de recorrido, tenemos todo el día por delante libre por parte del trabajo y casi tan importante, de las mujeres.
A las 6 de la mañana llegamos al varadero y servidor no lo ve claro: hay viento sur-este, que le da fatal a la zona que pretendemos tocar, y el cuerpo no anda para meneos por culpa del vino y la pasta con marisco ingerida la noche anterior. Sólo he dormido 4 horas...
Pero los compañeros "tiran del carro" mientras nos tomamos un café y me convencen, iremos con viento en popa y para cuando lleguemos el viento se supone ya habrá rolado y amainado. Por una vez el Windguru no falló.

¡A bailar!

Sobre las 7:30 ya estamos en la zona de pesca y comenzamos a sondear en busca de indicios de vida en el fondo. Se acerca la hora de reviro, y hay muchas esperanzas puestas después de nuestra última visita.
Hoy no hay cabida para equipos ligeros: una Shimano Jigrex 400 con Stella 20000, una Hart 40 lb con Expedition y una Lamiglass Tp5650 con otro Expedition serán las armas a usar durante el día en fondos que llegan a los 150 metros. En la reserva, un Stella 8000 y un Accurate 870nn.
Encontrada la carnada, comienzan a verse manchas de lo que suponemos son bicudas y algunos granos que las acompañan, por lo que instimos con la esperanza de poder estrenar el día.
No tardamos en tener el primer jalon.


El que escribe e intenta contarlo lo mejor que puede sube desde los 100 metros esta preciosa bicuda, grande, de las que se suelen dejar ver muy de cuando en cuando.

Empiezan a sentirse continuas picadas en falso, dejamos caer los jigs hasta el fondo en el que la sonda nos marca la mancha y ahora es Pachico el que sube esta bicuda que más bien podría empezar a considerarse barracuda. De estas sí que hace tiempo que no veía, y probablemente no veré hasta pasado un tiempo:


Decidió atacar desde las profundidades, combatiendo y dando cabezazos de tal forma que incluso al principio pensamos que se trataba de un loquillo pequeño. Bicuda de más de 6 kilos. Larga, gorda y con unos lomos muy apetecibles. A mi bicuda la dejó en nada a su lado.
En total logramos engañar y embarcar 10 de estos bichos: 5 para mí, tres para Dani y dos para el patrón de la embarcación.
Cansados ya de cambiar assist destrozados por las mandíbulas de los espetones, y pasada la actividad, nos dedicamos a seguir sondeando otra cara de la marca; esperamos que hagan acto de presencia los medregales con el sol ya en lo alto.

La sorpresa

Ya habíamos pasado sobradamente el mediodía cuando, cansados de trabajar con jigs de 150-250gr y con el pensamiento puesto en buscar fondos someros, veo a Dani como pega algo que de entrada suena a un buen animal. La Hart se dobla bruscamente, chirrea el Saltiga con fuerza y el compañero hace fuerza para no dar ni un milímetro de tregua al bicho. Volvemos a estar en combate con un buen "leño". En unos cinco minutos pone en seco este bello y tremendo animal:


Pedazo de sama, burra, bicharraco, samón... como más les guste llamarla. El bicho en cuestión pesó casi 15 kl.
La felicidad se apoderó del barco, no paraba de sacar fotos y alucinar con la belleza de semejante esparido. De estas también pasará tiempo hasta volver a verlas, y si es que.
Rascados y emocionados, volvemos al punto cero con la idea de dar con su acompañante, pero creo que ya era mucho pedir por hoy a la marca. Dejémosla descansar.
Con el recuerdo que nos llevamos Pachico y yo nos conformamos, y Dani, que le podemos decir...


Pues nada más que felicidades, y que la próxima salida se queda en tierra !

Cambio de estrategia.

Como ya he dicho estabamos cansados, ya eran las dos del mediodía y el sol, golpeando nuestra cabeza, nos hacía pensar en una retirada a fondos más "relajados".
De camino nos dio tiempo de visitar una pajarera enorme formada por decenas de delfines, ballenas, pardelas, y algún bicho raro que probablemente llegaría con los reinantes vientos saharianos.
Total, que en póco más de media hora ya estamos en la nueva marca, con buenos antecedentes de bentónicos,  sin tanta corriente en el fondo y con una columna de agua que ronda los 50-70 metros. Un placer.
Primera bajada, llega Dani primero, siete vueltas de manivela y nos vuelve a dejar a los dos con las cejas levantadas:


Preciosa sama guachinanga, o dentón que llegó a marcar más de 6 kl en la pesa. Parecía que el día estaba de cara para el compi de La Santa, y que hoy nos iba a dejar con el marcador a su favor.
De nuevo nos colocamos en la marca y en la segunda bajada, adivinen quién vuelve a cantar picada... Otra vez Dani está en su lugar en la popa cacheteando lo que creemos es otro espárido.
Nuestro presentimiento esta vez no nos traiciona y en nada tiene otra sama, ésta un poco más pequeña, en la bañera de la embarcación.
La cosa pinta muy pero que muy fea para mi tío y para mí. Bromeamos diciéndole al "iluminado" que hoy su ego no cabe en la proa, que mira que es espaciosa, y que ahora sí que ya no lo traemos más por ésta zona.
Ya son casi las tres, y Pachico y servidor han de salvar el honor. Mientras Dani descansa más que satisfecho y se dedica a sacar fotos con la Nikon, nosotros hacemos lo posible.
Y de nuevo, en la segunda bajada que realizo, quedo pegado a escasos 10 metros del fondo con lo que presiento es otra sama:


Otra guachinanga sube para salvar mi honor ante Dani, y deja a Pachico en fuera de juego. Nos ha llevado a una "finca privada", de esas que sólo suele tocar él, cerca de casa... y no le hace gracia no haber participado en el samerio. Aún así se lo toma con calma y risas.
El, como viejo lobo de mar y experimentado pescador, sabe que éste juego es así, unos días tocas la campana, otros la escuchas y en ocasiones ni eso. Otras veces le ha tocado a él venirse con un tonel de más de 15 kl.

Retirada

Hoy no nos podemos quejar, hemos tenido más acción y sorpresas de las esperadas, por lo que ponemos rumbo al varadero pasadas las 3:30 de la tarde, no sin antes dar unas cuantas bajadas en un veril que baja de los 100 a los 170 metros en nada. No pretendemos matarnos a base de jigging, pero si vamos a tentar a la diosa fortuna en busca de un medregal que termine por coronar el fantástico día del que hemos disfrutado.
Retirada, no hay más que hacer, son las cinco de la tarde y el cuerpo pide descanso en tierra fírme.
Diez. Diez horas de navegación y pesca ha sido nuestro pasatiempo durante el pasado viernes, un día que recordaremos con cariño y que esperamos volver a repetir. Difícil, eso seguro, pero no imposible.


martes, 16 de marzo de 2010

Jigging, una enfermedad.

Podría llamarlo afición, costumbre, pasatiempo, deporte... pero más bien puede que debamos llamarlo enfermedad, pues la pesca con señuelos, y en concreto el Jigging y el Spinning, han sobrepasado sobradamente para mí los anteriores apelativos.
Cuando los quehaceres cotidianos dan tregua, buscamos la excusa más inverosímil para poder lanzarnos al mar o sus cercanías, vivimos cada picada como si fuese la primera del día, nos dejamos el sueldo en tiendas de pesca, y en definitiva nos complicamos la vida por esa llamada afición. Vamos, que si todas las aficiones fuesen cómo ésta...
Claro, que no todos lo disfrutamos de la misma manera... Me gusta.

Temprano, muy temprano...

Dani y yo quedamos con mi tío Pachico en el varadero a las 6 de la mañana. ¡A las 6!
Vivo en un pueblo marinero que está en el quinto pino, y el puerto desde el que pensábamos salir queda a 45 min. en coche.
Total, que a las 4:45 estoy en planta con los ojos pegados  decidido a pasar una mañana muy interesante.
Aún de noche, el "Greca" ya navegaba  con la intención de recorrer unas 20 millas hasta llegar a nuestro destino, una plataforma de unos 100-140 metros de fondo que cae por sus lados a abismo. Pinta bien, pero mejor no hacerse ilusiones. Peores cosas ya se han visto.
Amaneciendo ya estamos sondeando la zona en busca de alguna mancha interesante que delate algún depredador. Comienza el baile.
Pasando las 8 de la mañana  el que escribe tiene la primera picada franca del día. Buen comienzo:


Loquillo de poco más de 5 kilos que lucho por su libertad desde los 120 metros. Rapidamente volvemos a recalar sobre la marca con la esperanza de engañar otros carangidos, pero parece que están "mimosillos"...por lo que optamos por movernos e ir tocando la zona.
De nuevo servidor vuelve a enganchar una pieza, ésta a medias aguas:


Un sierra medianito, de esos que ya animan la recuperación y se dejan la vida en el momento en que comprueban que el cielo y la superficie del agua no son lo mismo.
El tema mosquea a los compañeros, hay ausencia de picadas y parece que de momento sólo me toca a mí.

Las malditas Leyes de Murphy

Sobre las 10 de la mañana, en la misma marca en la que se han dejado sentir los medregales, esa "Ley" que dice que sacarás todo el pescado pequeño, el mediano se escapará aunque pongas todo tu empeño, y en el equipo pesado se clavará el pez pequeño, en el equipo light se clavará el gordo..., se hace notar con toda su fuerza.
Mientras hablo con Pachico, veo como su Stella 8000 se frena y la caña de 30 lb se dobla considerablemente. Comienza a salir hilo con fuerza y se notan cabezazos que delatan al animal: medregal de los creciditos.

Después de unos cinco minutos de pelea ocurre lo que menos esperábamos, se suelta. Comienzan a sonar palabras de impotencia y malestar por parte de mi tío...
Otra vez arriba de la marca y vuelve a sonar la campana para Pachico:


Precioso sierra de casi seis kilos, gordo, plateado y rabioso.
El reviro de la marea llenante se deja notar, y de nuevo Pachico, al par de garetes realizados vuelve a subir otro "pequeño perrito":


Al patrón se le nota en la cara que la cosa para él ha cambiado después del medregal que perdió. Dani, mientras, va pasando el rato con risas y se toma con buen humor la jornada, a pesar de no haber tenido suerte con las clavadas.

De nuevo Murphy
Es en ese momento, ya a pleno sol de mediodía y mientras comentamos la mala suerte que hemos tenido a la hora de clavar algunos peces cuando veo a Dani cacheteando algo que dobla bastante la Hart 40lb. Dos carreras bastaron para de nuevo hacernos a la idea de que teníamos otro buen bicho al otro lado.
Pero claro, Murphy vuelve a reivindicarse y se van al carajo todas las ilusiones creadas durante la brega.

Hoy ya está claro que no va a ser un día de grandes trofeos, ya se nos ha echado el mediodía encima y comienza de nuevo a dejarse sentir inactividad en un mar tan azul y trasparente que me parecía poco razonable continuar con ese suplicio bajo un sol de justicia. La pesca ya estaba hecha y tampoco nos había ido tan mal.
Los últimos lances dieron como definitiva captura del día esta bicuda para servidor, que se convirtió en el primer espetón que inusualmente ataca uno de mis señuelos a 120 metros de fondo:


Un día de larga pero placentera navegación, buena compañía y pésca entretenida. Repetiremos por aquí, eso seguro, y esperamos que de nuevo estén por allí los del antifaz para exaltarnos el corazón y danos esa dosis de adrenalina y satisfacción necesaria.

Pd: En estos días hemos dedicado mucho tiempo a perseguir y tentar a los atunes mar adentro. No hemos tenido suerte con los grandes, pero sí hemos disfrutado de muchísima acción con los más pequeños de la familia. Aparte, la diversidad de fauna marina avistada no envidia en lo más mínimo a las mejores imágenes de la BBC o el National Geografic.
Hablaremos de ello.

lunes, 8 de marzo de 2010

Mar adentro...

Mar adentro podría ser el título perfecto para hablar y criticar buenamente la maravillosa producción que en 2004 dirigió Alejandro Amenábar, y que de una forma inmejorable interpretaon Javier Barden y Lola Dueñas. Como recordareis, la película recreó la odisea que vivió el marinero Ramón Sampedro, postrado en una cama durante 30 años después de sufrir un accidente en su juventud, y que finalmente se quita la vida en 1998 con la ayuda de su amiga Ramona Maneiro. Este ejemplo del séptimo arte ganó un óscar a la mejor película de habla no inglesa, 14 Goyas, un Globo de Oro y no sé cuantos premios más. Casi nada...
Pero no, con este título pretendo referirme a la última incursión pesquera que hemos realizado en busca de nuevas sensaciones. Y ésta vez sí que son nuevas, ya que ahora vemos a nuestro alcance objetivos que hace un tiempo no eran más que imaginaciones. Los tunidos ocupan ahora un espacio en nuestras mentes...
Intro
Antes de nada debo decir que no ha habido suerte en el primer intento, y sé que posiblemente nos cueste unos cuantos más y que incluso existe la posibilidad del fracaso total. Pero no importa, de todo se aprende y ya llegará la hora, estoy seguro.
A las 7 de la mañana decidimos Pachico y el que escribe quedar para poner en el agua la semirrígida "Gréca", una Bwa con casco de 5´5 pero con un espacio interior asombroso, equiparable a una 6´5-7´0 de otras marcas. Una maravilla. Es propulsada por un Suzuky 90, que hace que la navegación con ella sea de lo más placentera y que la práctica del jigging y spinning sea posible con garantías, entendiendo por esto rapidez, comodidad, espacio para más de cuatro personas(pescando), globos altos y muchas otras bondades. Próximamente le dedicaré una merecida entrada.

La riqueza del mar, un tesoro en peligro

Nos ponemos en marcha con rumbo mar adentro, muchas millas de navegación nos quedan por delante y tenemos pensado intentar localizar a los grandes tunidos que están pasando por la zóna. Rabiles y Patudos (aleta amarilla y rojos).
Tras varias horas de navegación recorriendo la zona por la que se están dejando ver ultimamente, nos constatamos de que hay carnada en la zona, bancos de jureles que en muchos momentos pasan por debajo nuestra. Se ven numerosas Pardelas (pardela cenicienta), pero están todas posadas y excesivamente repartidas a lo largo de varias millas. Me alegra que estén ya por aquí, dan mucha vida al mar y son todo un espectáculo por las noches en su época de cría.
Están catalogadas como especie en peligro de extinción, y la pena es que todavía quedan mentes que confunden sus pollos con caviar, salmón... y son capaces de pagar un dineral por ellas.  Unos nos pasamos meses cuidándolas las 24 horas del día para que otros vayan y arrasen con ellas, muchos con fines económicos que ya nada tienen que ver con la cultura gastronómica heredada de nuestros abuelos, en este sentido desfasada bajo mi punto de vista.
Pero de momento, no se ve nada más...la cosa no pinta bien...
De pronto, cuando me disponía a saciar un raro apetito estomacal, mi tío me canta la inminente formación de una pajarera en el horizonte... Decenas, cientos de pardelas alzan el vuelo y se dirigen con rapidez al punto en el que se comienzan a divisar estallidos en el agua.  Me recorre la emoción, pienso que están ahí...pero nada de eso. Delfines.
Decenas de delfines mulares se están dando el festín a costa de los pobres jurelillos que vemos como son divididos en grupos reducidos y nadan de acá para allá intentando evitar las embestidas de los delfines y las pardelas que poco a poco se van sumando a la fiesta. De las gaviotas, ni idea... Nos mantenemos alejados, con la esperanza de que hagan acto de presencia los torpedos, cuando vemos bajo nuestra como llegan numerosos delfines listados, una joya del mar, un ser que junto con las blancas belugas me cautivan en cada una de las veces que he tenido el placer de disfrutar de su presencia.
Como si de la bestia que llega para reivindicar su poder se tratase, las aguas comienzan a abrirse para dar la bienvenida a las ballenas, en este caso rorcuales, aunque no estoy seguro todavía de si se trataban del común o tropical. Sus sifonazos me exaltaban, me alegraban y hacían que el alma rebozase de alegría. No habían atunes pero estaba disfrutando de lo lindo sacando fotos y acercándome lo más posible a los delfines que nadaban junto a nosotros. Una maravilla.
Cuando la actividad desciende, decidimos continuar con lo nuestro mientras comentamos la situación y los momentos de los que estamos disfrutando. Los delfines listados continúan persiguiéndonos y sus piruetas me siguen dando excusas para jugármela con la Nikon. Mal asunto si se moja.
Ya pasadas unas horas un compañía de delfines, rorcuales y pardelas, vemos como a lo lejos comienza de nuevo a formarse revuelo en superficie, y hacia allí nos dirigimos.
Para nada nos damos tanta prisa en llegar, pues de nuevo los delfines parecen ser los únicos que hoy nos piensan alegrar la vista, junto con las ballenas, que vuelven a abrir las aguas a nuestro lado cada vez que suben a comer y respirar.
Alguna pasó por debajo nuestra, a puede que no más de 20 metros de fondo, y puedo decir que dan miedo y te sientes totalmente indefenso en una embarcación mínima en comparación con el tamaño de estos seres tan maravillosos y a la vez poco conocidos como son los rorcuales, cachalotes, belugas, zifios....
Ya está bien, hemos gozado de un espectáculo impresionante en alta mar acompañados de seres que harían las delicias de hasta el más apático pescador.
Es mediodía, por lo que nos damos una última oportunidad de camino a casa, navegando sobre fondos profundos, pero el día de pesca está visto para sentencia y hoy la escama no va a ser problema  limpiarla en el barco.
Poco pescado, una sola bicuda fue engañada por servidor a última hora por un Searock a modo de salva-bolo, pero lo más emocionante, lo que aún me hace pensar en ello y recordar la situación vivida, fue el hecho de disfrutar del mar en compañía de mi tío y de tan maravillosos seres del mar adentro.
La climatología parece que nos vuelve a regalar en éstos días condiciones ideales para la práctica del jigging, el spinning y la búsqueda del torpedo, ese animal que dicen supera con creces a medregales, Gts y perritos...
Seguro que no se equivocan, y será emocionante seguir aprendiendo algo nuevo.
Si alguien piensa que me he tirado demasiado el rollo, lo siento, pero tal espectáculo vivido  no se merecía menos líneas por mi parte.