jueves, 9 de agosto de 2012

La ventanita se abre, y se cierra... 2ª Parte (Spinning)

Una vez más, lo siento. Se que he tardado, pero entiendanme: la pesca, la familia y los asuntos familiares, las fiestas del pueblo, la organización de un club de pesca que me trae loco de la cabeza (pero en el que tenemos mucha ilusión y esperamos cosas muy bonitas en el futuro) y sobre todo, el horario del trabajo que ahora desempeño , me tienen más apartado de lo que quisiera tanto de este blog como del agua salada.

Ya comente en la primera parte de esta entrada tardía que la cosa iba bastante bien en cuanto a la pesca, disfrutando de breves momentos y horas de pesca en los que el viento clásico de este mes de Agosto deja en la orilla del mar. Siguen habiendo momentos de Jigging, y muchos más de Spinning, si bien es cierto que en las últimas semanas estos momentos de disfrute se reducen a paréntesis extremadamente cortos cerca del mar.

Este día del que vamos a dejar costancia a continuación, lo disfrute por desgracia en soledad. El amigo, hermano y compañero habitual de pesca Daniel sigue disfrutando de sus merecidas vacaciones entre nuestro pueblo marinero y la isla de La Graciosa, y precisamente en este momento imagino estará en su terraza, contemplando el Risco de Famara en la oscuridad y el vuelo y canto de las pardelas que vuelven a la hura cargadas de comida para los primeros y tempranos pollos que aguardan la cena (la única comida del día por cierto).

Esta jornada de pesca fue uno de esos días calurosos, con marea llena-vaciante y una brisa del norte que más que incomodar, refrescaba. Yo, y nadie más cerca de la zona que había elegido para dar unos lances.
A los pocos lances, ya había tenido alguna persecución de pejerrei hasta el mismo canto del veril, y tras otros par de lances, ya tenía el primer saltator varado, listo para la foto.


Después de las múltiples retrateras (que difícil cuando uno está solo), con cuidado y mimo decidí perder valiosos minutos para reanimarlo y devolverlo al agua en las mejores condiciones. Había visto unos cuantos carángidos con dientes corriendo y atacando el Mommotti 190 que estaba lanzando, y algo me decía que aquella mañana iban a ser unos cuantos los que me harían disfrutar de la soledad en el veril. Dicho y hecho, uno tras otro (hasta cuatro pejerreis de entre 2 y 3 kl) fueron saliendo para ser puestos en libertad de nuevo.





Una vez apaciguada la actividad frenética de los pejerreis (salieron cuatro, pero fueron unos 7-8 los que se decidieron a morder el plástico, escapando el resto durante las peleas o la difícil varada con el equipo ligero), decidí moverme buscando aquellos lugares que me llamaban la atención, recodos de la costa en los que intuía que se podían estar moviendo más escamudos.
No tardaría más de 10 minutos tras posicionarme en el nuevo puesto, cuando a pié del cantíl algo frena bruscamente la muestra, y comienzan las carreras del animalito buscando piedra entre la espuma. Serránido fue la palabra que se dibujó al instante en mi mente, y no me equivoqué.

Esta lubina se quedó conmigo para venirse a casa (fue servida esa misma noche en una cena entre amigos). Curiosamente, al arreglarla pude comprobar como en su estomago, las huevas dejaban ver como se estaban terminando de formar, lo cuál me hace pensar que desovan dos veces al año o estas huevas serán las que liberen en invierno. Tengo que informarme bien de este asunto ya que hasta ahora pensaba que tan solo desovan durante el periodo invernal (se acepta gratamente información por parte de los lectores y expertos pescadores de la Dicentrarchus labrax).

De vuelta al coche, decido volver a pasar por la zona en la que se habían dejado ver los pejerreis, y de nuevo en poco tiempo tengo uno prendido que entre salto y salto se suelta, dejando una vez más en mi mente esa hermosa imagen del rey saltator por los aires. Unos cuantos lances más, y otro pejerrei sale a ver el sol y dejarse retratar. Y de nuevo, reanimación con cariño y cuidado en un charco de agua fresca y al agua.
Con aquel pejerrei terminaría mi jornada solitaria de spinning.


En fin, no fue nada monstruoso ni de renombre lo que salió aquel día, pero si puedo decir y garantizar que la diversión fue mayúscula, y la relajación impagable. No hay mejor terapia de relax que la de poder disfrutar de subidones de adrenalina mezclados con momentos de relax en los que la vista se pierde en el agua salada, el sol, el señuelo, el pescado tras las muestras...

Nada más señores, nos vemos en unos días para seguir contando lo que ha ocurrido estos días a pié del veril y en alta mar, siempre entre señuelos.

Saludos a tod@s.