domingo, 22 de enero de 2012

Sierrita time, gracias.

La monotonía, a veces una alegría.

Como es normal en estas fechas, y como también sucede en otros lugares, son las sierras las que nos están deparando los momentos más entretenidos de nuestras jornadas de spinning costero. Algún pejerrei, bicudas a montones y esporádicos animalitos como jureles, medregales, pequeños abades o meros también se dejan retratar, pero son los pequeños túnidos los que normalmente animan la jornada y nos salvan del bolo. Hoy he descansado (domingo familiar), pero estos últimos días atrás he conducido, caminado y probado en diferentes enclaves de la isla tras todo aquello que tenga escamas.

1º Día, bolo.

La primera de mis jornadas fue un total desastre. Decidí por mi cuenta y en solitario moverme en busca de algún lugar resguardado, que ofreciera seguridad y posibilidades de capturar algún peje. A mitad de mañana empecé lanzando en zona profunda, con la esperanza de dar con las sierras y algún pejerrei. Conocía la zona a tentar, pero al llegar me encontré con un incomodísimo viento lateral, y unas olas que por momentos me hacían pensar en lo peor, y recordar drásticos sucesos acontecidos años atrás con algunos pescadores. Total, que sin haber visto ni sentido nada de nada durante más de una hora, decidí marcharme del lugar al ver como el tiempo empeoraba y el corazón me latía con más ritmo, todo a peor. Acabé mi jornada en una zona nueva para mí, poco profunda y con interesantes barrancos y charcos enormes cubiertos por la espuma de las olas. Podía ver como tras las lejanas olas la carnada era acosada por depredadores y aves, pero tristemente la pleamar ya era notable, no tenía buena postura y tampoco alcanzaba a llegar con mis señuelos la zona caliente. Me marché tras perder un señuelo en las piedras con la firme intención de volver con mejores condiciones; el lugar promete y seguro que buenos pejerreis, lubinas y sargos tienen que campar a sus anchas por el lugar. 

2º Día, sigue mi sarna.

Recordaba como días atrás se sucedían los ataques al Mommotti 190, armado con tres triples, y como las sierras conseguían evadir la clavada. Ese día quedé con Borja, un joven amigo que desde hace unos meses se ha enganchado a esto de la pesca con señuelos artificiales. En pocos meses (con la suerte que todos necesitamos y buenos consejos), ha conseguido capturar sierras, bicudas, lubinas, dorados... y tener serios encontronazos incluso con jureles, razones por las que ahora vive ese momento maravilloso que nos sucede a todos cuando empezamos y las cosas salen bien.
Era territorio de sierras, y después de plantarnos toda la mañana en el veril lanza que te lanza, tan solo Borja fue capaz de engañar y clavar el túnido de turno. Yo por mi parte repetía bolo y veía como otras tres sierras atacaban mis señuelos sin terminar de concretar la clavada

Después de atacar recelosamente a la mayoría de señuelos durante toda la mañana, tuvo que ser un vinilo el que engañara a esta sierra. No hubo perdón para él, y lo enguyó con ganas, clavandose muy bien en la comisura de la boca.

De pronto, comenzamos a ver como se arremolinaban decenas de aves a lo lejos, pegadas al cantín pero como a 1 km de distancia. Decidimos quedarnos por si en ese momento teníamos más oportunidades dónde nos encontrábamos, cosa que no sucedió, y para cuando decidimos movernos y correr hacía dónde se estaba desarrollando el festín, terminó toda la actividad y nos quedamos con esa única captura. Una pena el no haber tomado aquella decisión cuando comenzó la actividad. De vuelta al coche, y para casa. Quedaba una cuenta pendiente con las sierras.

3º Día, saldando cuentas.

Ese día decidimos ni siquiera levantarnos temprano. Al llegar al veril, nos encontramos con que las olas eran peligrosas, y un amable señor entrado en años ocupaba la única zona que quedaba segura. Después de una amena y entretenida charla, el amable señor decidió marcharse ya que la corriente y el viento no le dejaban pescar a fondo tras morenas, por lo que amablemente nos cedió el lugar. Aunque esto no lo llegue a leer, le doy las gracias por el gesto y lo bien que lo pasé hablando con él.
Ya durante los primeros lances y aún con poca luz, una sierra por fin tomo correctamente un Bujinu color flúor/azul que me encanta, y tras una corta pelea pude vararla con la ayuda de las olas, que cada vez se mostraban más amenazantes y nos obligaban a permanecer atentos al mar costantemente.

Bujinu color flúor/azul, un color novedoso y muy bonito, perfecto para condiciones de poca luz. Espero que depare buenas capturas proximamente. Algunos podrán llamarme animal por haber colocado tres triples en el señuelo (habitualmente sólo le coloco dos de los tres que puede portar, y no suele fallar), pero es que ya estaba cansado de errar clavadas, por lo que opté por asegurar alguna presa.

Tras esta captura, cada vez el viento se mostraba más molesto, y el alisio hacía acto de presencia, contrariando al parte meteorológico, que en ese día se equivocó totalmente. Hubo que esperar por lo menos otra hora para ver como de nuevo una sierra atacaba esta vez al mítico "caracortada". Borja en poco tiempo conseguía poner su animalito en seco, con algo de suerte ya que las olas eran peligrosas y la trenza estuvo a punto de partir en el marisco.


De nuevo más de una hora de soledad y tristeza lanzando, hasta que justo cuando me disponía a cambiar de señuelo, veo como a pié del cantíl una sierra entra a otro Bujinu (casi sin holografía, practicamente destruido), y sale disparada en paralelo a las piedras con mucha fuerza. Para evitar que rozara y partiera la línea, decidí aflojar el freno con la esperanza de que saliera unos metros mar a dentro, pero la muy condenada hizo todo lo contrario, obligandome a jugarme por momentos la integridad sorteando las piedras. El bicho imponía fuerza, más de la que habitualmente suelen demostrar, y por momentos me hizo pensar que era bastante gorda, y la podían estar acosando algún pejerrei o medregal entrado en carnes, algo bastante habitual. Para cuando la pude subir a flote, en la distancia me percaté como los triples del Bujinu se habían alojado justo en la cola del animal, y con bastante suerte y la ayuda del compañero pude a fin ponerla sobre las piedras. Las enormes olas hicieron muy difícil la brega, y la puesta en seco.

Si se fijan, se pueden ver los triples alojados en la cola de esta sierra, lo cuál le hizo ganar fuerzas durante la brega.

Ya en esos momentos del día y con el sol en lo alto, el viento era totalmente incómodo, de esos que recortan los lances a la mitad de distancia a la que habitualmente somos capaces de poner nuestros señuelos. Por otro lado, cada vez las olas eran más imponentes, y pese a que alguna otra sierra podría haberse dejado ver, decidimos poner fin a la jornada y marcharnos del lugar.
Habíamos pasado una mañana entretenida, esta vez sin pérdidas de ninguna presa.

Así terminaron esos tres días intensos de pesca, tres días de spinning en los que como comentaba al principio de la entrada, han sido las sierras, esos pequeños túnidos de nuestras aguas los que nos han alegrado los días, y como decía antes, hoy ha tocado descanso para mañana volver a pescar, seguramente embarcados con la firme intención de practicar nuevamente el lanza y recoge tras sierras, bicudas, pejerreis y todo aquello que nos lo haga pasar bien. Espero que hayan buenas cosas que contar.

Saludos.

1 comentario:

Y digo yo dijo...

Aun con incomodidades si al menos hay Sierras la cosa es llevadera pero que jodido es pescr ansina caballero ;)