viernes, 24 de junio de 2011

De ventana en ventana.

Así se desarrollan ultimamente nuestras jornadas, aprovechando cada hueco y cada ventana que se abre al patio canario.
No queda otra, ya que empieza la época en la que uno vive pendiente de que las escasas predicciones favorables no se equivoquen, y de que las obligaciones dejen acercarnos.
O eso, o puedes pegarte par de semanas, o meses sin tocar una caña.

Estos días atrás, en medio de los calmerios que precederán seguramente a la tempestad, pudimos de alguna forma acercarnos. Tube un hueco para echar unos lances en solitario al mediodía ( entretenido, pero sin grandes resultados), y a la tarde pudimos poner rumbo a lo profundo para darle al sube y baja.

La marea al medio día estaba vacía, cuadrando el reviro a la hora que yo había elegido para echar unos lances, con el sol en lo alto y con tan sólo 1 o 2 horas para que la marea llenante me echara del lugar. El viento, aunque lateral era bueno, pero el periodo si que amenazaba con esporádicas series de olas que barrían la zona (excepto la punta en la que me encontraba), dejando posteriormente el mar en calma durante largos periodos.
Solamente este pejerrey fue engañado por un Bijinu, señuelo que ya es decididamente titular y en las últimas salidas se está terciando como una excelente opción. Un señuelo tan técnico como entretenido. Tan simple como aburrido. Y con ello me refiero a que, recogiendolo simplemente, le sacamos su jugo, pero es aburrido. Dándole "vida", hay más juego y de momento así me gusta trabajarlo.


Este fue rápidamente retratado no sin alguna dificultad, para reavivarlo como siempre y devolverlo al agua, con más dificultades aún al estar más sólo que la una en kilómetros a la redonda. Comprometer la integridad de la Nikon, y más aún la mía nunca entra en los planes de nadie.




Unos cuantos lances más pateando el veril, y para casa ante la ausencia de actividad, en un día que por cierto la predicción de actividad auguraba buenos resultados. Aún quedaba la tarde por delante...

Jigging y spinning de última hora.

Sobre las 5,30 de la tarde, en medio de una marabunta de niños, madres y jóvenes que disfrutaba de la espléndida tarde que hacía, dándose baños como tradicionalmente se hace en muchos muelles y varaderos de la geografía costera, sacábamos el Oriolano Dani y el que escribe, junto a Seamus Makin, amigo de ambos y fotógrafo/cámara de vídeo acuático profesional del mundillo del Surf y el Bodyboard, al que evidentemente le encanta el mar y la pesca.
Al poco de empezar a navegar, tuvimos la suerte de dar con carnada, y por lo que marcaba la sonda seguramente sierras o bicudas estaban dando caña abajo. Señuelos al agua para tratar de aprovechar unos minutos tan divertidos como fugaces.


Algún trancon hubo, pero solamente una sierra tuvo la desgracia de ser engañada otra vez por el Bujinu de Seaspin por servidor. Le cedimos la pelea al amigo australiano, que hacía tiempo no peleaba un pez.



En el limpio sin amor.

Porque aquello estaba limpio, y era desmotivante.
Tras dejar de lado las cañas de lanzado en quella discreta pajarera, pusimos rumbo como siempre a sameras y piedras normalmente visitadas por medregales, sierras y bicudas.
Fue tríste el vernos moviendonos por fondos y marcas sin que la sonda dibujase la más mínima silueta de algo que tuviese vida en el fondo. Limpio estaba aquello. Tan sólo en una de las pasadas apareció un bando de bicudas en la sonda que no faltaron a la cita. 5 salieron en total entre Dani y este que escribe, de las cuales tan sólo dos quedaron en el barco.

Durante varias horas, casi hasta que cayó Lorenzo y acercándonos al reviro de la marea llenante, nos movimos por diferentes zonas sin tener el más mínimo contacto con la vida del fondo.


Solamente a última hora, acercándonos esa hora maravillosa que es el atardecer, primero Seamus y luego yo tuvimos sendos ataques de los clásicos loquillos, de los cuales solamente el mío llegó a subir a bordo. Tampoco la sonda nos avisó esta vez.


Hubiese sido del agrado devolverlo al agua, pero el anzuelo entro por un lateral del cachete, originando una seria herida sangrante de la que no creo se hubiese recuperado. Es la parte mala de esto...
Unas cuantas remontadas más a la marca por si empezaba la hora de la comida allí abajo, pero de nuevo la sonda quedaba muda y la inactividad nos hacía poner rumbo a puerto.
El resto fue llegar, arreglar el pescado en un charco y acto seguido hacer lo que popularmente llamamos un "asadero" entre varios amigos y amigas, disfrutando de las agradables temperaturas nocturnas en una terraza, que como no, mira al mar.
Una sierra, dos bicudas y un medregal, todo ello jareado acabó en las brasas como anticipo de la noche de San Juan.

Por lo demás, solamente me queda decirles que espero que todos hayan pasado una estupenda noche de San Juan, acompañados de amigos y familiares con los que compartan los mejores de los deseos para el futuro.

Seguiremos acechando las ventanas abiertas, haciendo lo que se pueda.

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