Todos sabemos que hay ciertos momentos del día, que coinciden con repuntes de marea, alineaciones lunares, termoclimas... y no sé ni cuántas más historias con fundamentos científicos que hacen que la pesca que practicamos sea más efectiva. En nuestra mano está siempre saber y poder juntar esos indicadores... Aún así hay días en los que el pescado solo ataca por el aburrimiento de ver nuestras muestras una y otra vez ir de acá para allá, y si es que lo hace.
Pero de todos esos momentos del día, de las oportunidades que nos brinda el mar para arrebatarle agluno de sus frutos, hay dos mágicos, dos que normalmente siempre deparan alguna sorpresa interesante: cuando todos los gatos se vuelven pardos.
El atardecer...
Creen los que conforman la comunidad pesquera deportiva (la profesional es otra historia) que la última hora de la tarde, y a primera hora de la mañana son los momentos en los que los escamudos atacan nuestras muestras con mayor soltura que en horas de mayor exposición solar. Y no es mentira.
Si hablamos de pesca artificial, que es lo que nos toca, podríamos pensar que son momentos en los que nuestros señuelos "confunden" a los instintos del pez, y provocan el esperado ataque. Si además esos momentos coinciden con indicadores como repuntes de marea, presencia de carnada, o época de fresa, el éxito está practicamente asegurado. Tampoco se trata de llegar al puesto y empezar a sacar un pez detrás de otro; no es lo que nos ha ocurrido en esta ocasión y tampoco suele ser lo más habitual.
Ésta semana nos hemos puesto de acuerdo Dani y yo para aprovechar las bonanzas que nos regala el invierno. Agasajados por suaves y constantes vientos del sur-este y mar de fondo del oeste, nos disponemos a sondear fondos de 100 a 135 mtrs, una vez más detrás de las samas y los medregales. Tenemos ganas de tocar piedras someras en busca de abades, pero tal bonanza y las tres horas que nos quedan de luz nos hace desistir de ésta idea y ponemos rumbo al horizonte, a por la hondura...
Le damos a las varas en silencio, concentrados esperando el jalón durante una hora, sólo el sonido rítmico y acompasado de los carretes interrumpe el silencio mar a dentro... Sólo nos queda esperar a que termine de bajar el sol. No tarda en llegar la primera prueba.
Llego al fondo, doy tres vueltas de manivéla y quedo clavado en seco. Como siémpre, intento cachetear, pero la picada ha sido bruta y me quedo aguantando la caña...ni para el ni para mí, se ha clavado sólo. Comienza la carrera al fondo, tengo que bajar algo la puntera y calibrar el freno del Expedition y en mi mente se dibuja ese medregal que se nos resiste desde hace ya un año... Pero no, se deja traer y da unas cuantas carreras con fuerza pero no tiene pinta de "toro". Comienzan a surgir las dudas cuando asoma algo rojizo en el fondo... y emerge esta preciosa sama que marcó poco más de 11 kl en la pesa. Todo un espárido.
Tristemente, eso fue todo lo que dio la tarde, continuamos intentándolo en busca de posibles compañeros de mi presa hasta que la oscuridad nos lo permitió pero nada, así que, ponemos rumbo a puerto.
Y el amanecer...
Dani se ha quedado con las ganas, a mi me hubiese acorrido lo mismo, en eso nos parecemos. En eso y en otras cosas, por eso creo mantenemos una relación casi de hermandad. Buen corazón.
Total, que como tengo obligaciones domésticas pendientes que no puedo esquivar, el patrón del el "Oriolano" decide embarcarse sólo por la mañana e ir de nuevo a tentar a las samas donde ayer...
Suerte que tiene, clareando el día según me cuenta y después de unas pocas derivas, clava en el fondo pero se suelta...continúa recogiendo y en dos vueltas de manivela queda fuertemente pegado con un pez que de nuevo le hace pensar en los dumerillis. Comienza la brega, imagino bastante parecida a la mía el día anterior y pone en seco, con la dificultad que supone no tener más ayuda que la tuya misma, este precioso espárido de más de 12 kl.
No pierde mucho el tiempo, se coloca de nuevo en la marca sigue dándole, imagino que con una satisfacción y relajación que sólo produce el verte sólo en alta mar, disfrutando de la pesca y con un bicharraco en la bañera.
Y claro, entre deriva y deriva y tanta relajación no era de extrañar que el señorito se topase con la sobrina de la que ya había luchado. Otra sama, ésta de unos 5 kl se deja engañar por los movimientos de Dani con los hierros y rapidamente es puesta en seco. Ahora sí que estaba feliz, y yo me alegro por él. Una pena lo de las vejigas natatorias de éstos bichos...
Que nos quiten lo bailao.
Nada más se ha dejado ver en estos días en los que hemos intentado mojar señuelos en la espuma y en puntas detrás de robalos y alguna sierra y jova que nos alegrase el día y salvase los bólos sufridos, sin obtener resultado alguno...
Volveremos en estos dias a embarcarnos rumbo a lo profundo, con nuestra tranquilidad, nuestras bromas, risas, nervios... en búsca de esa paz y desahogo que nos produce la pesca con señuelos artificiaes (el curri me parece un tostón).
Ojalá sigan habiendo cosas buenas que contar.
Saludos a todos.